Historia y Leyendas

Ubicación Geográfica

La ciudad de Linares, se localiza en la región Sureste citrícola del Estado de Nuevo León, en la Llanura Costera del Golfo, al Sureste de Monterrey, en las coordenadas 25 grados 09 minutos al Sur, 24 grados 34 min de latitud Norte, al Este 99 grados 07 segundos, y al Oeste, 99 grados 58 min, a una altura de 350 metros sobre el nivel del mar. Cuenta con extensión territorial de 2,445.20 kilómetros cuadrados, que representan el 3.78 por  viento de la superficie de todo el Estado, y el 0.12 por ciento de la superficie de todo el país, comprendiendo 70 ejidos y 18 comunidades rurales.

 




Fundacion de la Villa de San Felipe de Linares (1712)

El Sargento Mayor y Capitán a guerra del Valle y frontera de San Cristóbal, Sebastián Cumplido Villegas donó su hacienda La Soledad para  establecer y fundar la villa de San Felipe de Linares; bautizada así en honor al Rey de España, Felipe V; y al 35° Virrey de la Nueva España, Fernando de Alencastre Noroña y Silva, Duque de Linares. El 10 de abril de 1712, tomó posesión el primer cabildo. Esta fecha es considerada la de fundación.



Ereccion de Cuidad y Obispado (1777)

El 19 de Mayo de 1777, “Por su bella proporción, para el más fácil gobierno y cómoda administración”, el rey Carlos III, otorgó a la villa de San Felipe de Linares, el título de ciudad, dando instrucciones para la creación de un nuevo Obispado, independiente del de Guadalajara, del que sería sufragáneo y que en lo sucesivo llevaría el evangelio al recién colonizado seno mexicano (hoy Tamaulipas), a las provincias de Texas y a la Nueva Extremadura (Coahuila). Una vez erigida como ciudad, estaría en condiciones de convertirse en la sede del primer Obispado de las Provincias de Oriente. Luego el 15 de Diciembre de 1777, el Papa Pío VI, con la bula “Relata Semper”, creó el Obispado de Linares, separándolo de la diócesis de Guadalajara, siendo su primer Obispo don Antonio de Jesús Sacedón. Dicho Obispado abarcó las provincias del Nuevo Santander (Tamaulipas), Nueva Extremadura (Coahuila), las provincias de Los Tejas, el Nuevo Reino de León, Zacatecas y San Luis Potosí. Dos años más adelante, (22 noviembre 1779), inició el período del primer Obispado de Linares. 



Linares Capital de Nuevo León (1847)

Acosado por el ejercito norteamericano, el Lic. Francisco de Padua Morales trasladó su gobierno a Galeana; luego a Concepción (Dr. Arroyo, Nov 1846) y a Matehuala (enero 1847), hasta que finalmente se asentó en Linares, ciudad que declaró capital provisional del Estado de Nuevo León, estableciendo su gobierno a partir del 23 de diciembre. Fue en las casas consistoriales de la ciudad de Linares, donde se lanzó la convocatoria para las elecciones de diputados al VII Congreso constitucional del Estado, así como para elegir al nuevo gobernador de Nuevo León. El 24 de octubre de 1847 se hizo la solemne declaración que eran miembros de la VII legislatura del Estado: Felipe Saldívar Sepúlveda, Rafael de la Garza, Lic. Pedro Agustín de Ballesteros, Benigno Villarreal, Mariano Santos, Agapito García Dávila, Juan Mateo García, Juan Garza Treviño, Pedro José García, Manuel Gómez y Dionisio Rodríguez. Instalado el Congreso, el 1 de enero de 1848 se efectuaron las elecciones recayendo la gubernatura en José María Parás (re-electo) y la vice gubernatura en el Lic. José de Jesús Dávila y Prieto. En este tiempo, el general Taylor designó como gobernador al general Wood, después a J. Garland, J. Rogers, A.M. Mitchell, J.A. Carley, I. H. Hrihgt y J. Tibbts, quienes administraron la plaza hasta el 2 de febrero de 1848, cuando se firmó el Tratado de Guadalupe, con el que México y Estados Unidos firmaron la paz. Finalmente, ya libre de invasores (4 Mayo 1848), los poderes del Estado se instalaron nuevamente en Monterrey.



Congreso Constituyente (1856)

Para el 8 de febrero de 1857, la federación de estados mexicanos ya contaba con una nueva Constitución, lo que llevaría al país a la Guerra de Reforma. El 18 de Febrero de 1856, los linarenses Manuel Zacarías Gómez y José Sotero Noriega, participaron como diputados electos por la Junta Electoral del Estado, en la apertura de las sesiones del Congreso Constituyente en la ciudad de Querétaro.



Los Linarenses se oponen a Vidáurri y apoyan al presidente Juárez (1864)

Aunque el general Santiago Vidáurri luchó contra la dictadura de Santa Anna sosteniendo el Plan de Ayutla, su desacuerdo con el gobierno del Lic. Benito Juárez lo hizo tomar una actitud rebelde. En ese tiempo en que Vidaurri monopolizó los impuestos de las aduanas, Linares sufría de su acoso, ya que este pueblo había simpatizado con el Gral. José Silvestre Aramberri en 1859; además de ser tierra de connotados republicanos, como Manuel Z. Gómez, Jesús María Benítez y Pinillos, el coronel Cruz Tijerina, Bernardo W. Gutiérrez, y por ser la residencia del coronel Juan C. Doria; y de ubicarse aquí el cuartel del general Mariano Escobedo. Es por eso, que a las 12 de la noche del 10 de marzo de 1864, las casas consistoriales de Linares fueron invadidas por un pueblo enardecido en contra del entonces gobernador de Nuevo León, Santiago Vidáurri. A las 9 de la mañana del 11 de marzo de 1864, el pueblo de Linares tomó por asalto las casas consistoriales, desconociendo así a las autoridades municipales adictas a Vidaurri, siendo aprehendidos el francés Luis Dupeyron, y don Marcelo Peña, nombrándose alcalde primero a Pedro García Chávarri, en ausencia de Antonio Garza Benítez. También se nombró al coronel Cruz Tijerina como jefe político y comandante militar de la plaza, y a don Francisco Gómez Valdez, como jefe de las fuerzas armadas de la ciudad. En esta fecha se publicó el acta de rebelión en contra de Vidaurri, casi al tiempo que se hizo en Matamoros y Saltillo. Firmaron dicha acta Juan Gojón, Ramón de Lara, Bernardo W. Gutiérrez, Antonio de la Paz Garza, Juan C. Doria, Antonio Doria, Manuel Z. Doria, Jesús María Benítez y Pinillos, José Trinidad Gutiérrez de Lara, Vicente Garza Benítez, Rafael Lara Prieto, Juan de Dios Garza Benítez, Marcelo Gómez Torres, Rafael Doria, entre muchos otros.



El batallón Juárez (1864)

Desde marzo de 1864, hasta la caída de Maximiliano de Hamsburgo, Mejía y Miramón en Querétaro, el 15 de mayo de 1867, el “18 batallón de Linares”, que después se integraría al 6° batallón “Cazadores de Galeana”, participó en la lucha de nuestro país contra la intervención francesa, como en las batallas del 11 de abril, del 30 de mayo y del 9 de junio de 1864. Asimismo, para el 22 de marzo de 1864, se constituye la primera compañía de caballería “Rifleros Juárez”, formada por valerosos linarenses, a los que se unieron una lista de voluntarios que podían presentarse montados a caballo o pie a tierra. 



Sede del cuartel general del Ejército del Norte (1866)

El 21 de Octubre de 1866, la ciudad de Linares, dispuso una recepción para el general Mariano Escobedo, quien recién había triunfado en la Batalla de Santa Gertrudiz, el 16 de junio de ese año. Precisamente, a las 10:00 de la mañana, lo recibió una comisión con un almuerzo en la hacienda Camacho; entrando a la ciudad a las 16:00 hs. Ahí le dio la bienvenida, en nombre del ayuntamiento, el Lic. Salvador González; y la niña Luisa Gómez le refirió una alocución. Al día siguiente, el general Escobedo se desprendió del pecho la medalla de Las Cumbres de Apatzingán y la donó a la ciudad, pero una comisión de señoritas se la devolvió. Unos meses después, el 21 de septiembre de 1867, el General Escobedo solicitó al doctor Ignacio Martínez pasara a Linares para asistir a varios enfermos del cuerpo «Cazadores de Galeana“. Cabe destacar, que con el botín de la Batalla de Santa Gertrudiz, el General Escobedo dispuso se construyera un hospital (San Vicente de 18 Miguel Ángel Contreras Salazar Paul, hoy escuela Mireles) y el Colegio de Niñas, hoy Preparatoria 4 de la UANL. Luego, el 15 de septiembre de 1869, el Ayuntamiento en turno lo declaró “Hijo Distinguido de Linares”.



El General Bernardo Reyes se entrega en Linares (1911)

El 25 de Diciembre de 1911, el General Reyes, se rindió en Linares ante el oficial José García Lugo. Según se sabe, el General Reyes se acuarteló en la hacienda La Parrita de Linares. Una vez arrestado, el general Reyes fue llevado a la ciudad de México, donde es encarcelado; pero el general Felix Díaz (sobrino de Porfirio Díaz), lo liberó y lo invitó a tomar el Palacio, siendo la primer baja de la llamada “Decena Trágica”, cuando soldados fieles al Presidente Madero, le dispararon dándole muerte, el 9 de febrero de 1913.



Diputados Constitucionalistas (1917)

El 26 de Octubre de 1916, los linarenses Luis Ilizaliturri y Wenceslao Gómez, son electos diputados para el Congreso Constituyente, con 2,926 votos y 2,907 votos respectivamente. Nuevo León contó con otros diputados en el Congreso constituyente, siendo: Manuel Amaya, Luis Guimbarda; Nicéforo Zambrano, el doctor Lorenzo Sepúlveda, el coronel Ramón Gámez, Adolfo Cantú Jáuregui, el general Reynaldo Garza, J. Jesús Garza, el doctor Agustín Garza González y Plutarco González.



Recupera Linares su Obispado (1962)

El 30 de abril de 1962 se erige la Diócesis de Linares “Linarina”, por la bula “Proficientibus Cotidie”, expedida por el Papa Juan XXIII, siendo su primer obispo Anselmo Zarza y Bernal. Posteriormente, el 21 de agosto, se constituyó la nueva Diócesis, ejecutada por el mismo Delegado Apostólico, a las 8:00 de la noche. En el acto estuvieron presentes el Arzobispo de Monterrey D. Alfonso Espino y Silva, el Arzobispo D. Octaviano Márquez, de Puebla, su auxiliar Excmo. Sr. Emilio Abascal y los obispos limítrofes del Arzobispado de Monterrey, así como sacerdotes de Monterrey y de la nueva Diócesis de Linares. La nueva Diócesis abarcó 15 municipios. Anselmo Zarza y Bernal gobernó hasta el 2 de febrero de 1996, siendo trasladado a León, Guanajuato. De ahí siguió Antonio Sahagún y López, desde el 21 de septiembre de 1966 hasta 1974. Luego Rafael Gallardo García, designado por el Papa Paulo VI. Ordenado el 13 de julio y consagrado el 24 de septiembre de 1974, y luego fue promovido a la diócesis de Tampico en 1987, siendo sustituido por Ramón Calderón Batres, quien gobernó desde 1987 hasta enero 2015, siendo sustituido por el Obispo Hilario González García.

Presidentes municipales de Linares

Leyendas

El mito de las brujas de La Petaca es más antiguo que la fundación de Linares, teniéndose antecedentes de que antes de esta época ya había una congregación de gentes que hacían hechizos y se les relacionaba con actividades brujeriles. Al respecto se cuenta que por el siglo XVIII, al enterarse la Santa Sede que en este lugar se realizaban hechicerías, se envió una comisión de monjes para que realizaran un exorcismo a los demonios que asediaban la región; los cuales, una vez expulsados se les encerró en un baúl de madera, conocido como petaca; que fue enterrado en alguna parte de la afluente del río Pablillo; más adelante, un cura colocaría 4 cruces, una por viento, para contener a los demonios y proteger la zona de otro ataque maligno. Quizás esta condición esotérica provenga de las tradiciones que tenían los antiguos pobladores, pues según lo refiere María Luis Herrera Casasús, en su obra “La colonización del Noreste, indios y encomenderos del siglo XVII”, los españoles dejaron documentado que cuando los indígenas de esta región danzaban, cantaban y daban alaridos, y tras embriagarse caían privados: “y luego algún viejo en tono magistral, les pronosticaba el futuro y los exhortaba al triunfo y al baile. Los españoles decían que entonces “los visitaba el demonio”, un concepto religioso europeo de que ellos carecían”. Refiere además, que según Fray Vicente de Santa María, quien escribió a mediados del siglo XVIII, los colonos de esa época: “estaban convencidos de que los indios poseían fuerzas misteriosas que los ayudaban en sus combates. Entre las supersticiones que relataban estaba la de un indio viejo que cayó prisionero y que a vista de sus guardianes, sacó unas  plumas de un canutillo que llevaba, se las puso sobre la cabeza y transformándose en tecolote desapareció volando, dejándolos atónitos y asustados.” Cuenta además, que: “Otro miliciano en campaña que estaba frente a su fogata, al oír el canto agorero de muchos tecolotes, disparó su trabuco para ahuyentarlos, viendo con terror que todos eran “nahuales” que pasaron volando, dejando caer sus sandalias cerca del fuego”; y que: “Uno más relataba que hallándose en las mismas circunstancias, disparó su arma contra un tecolote que no lo dejaba dormir, hallando al día siguiente a un indio muerto por su disparo”. En el Archivo General del Estado de NL, hay evidencias de prácticas relacionadas con la hechicería, como en 1889, cuando la sociedad médica de Linares, representada por el Dr. Joaquín Benítez, pidió al alcalde Jesús María Benítez y Pinillos (quien después fue Gobernador de Nuevo León), ordenara a las curanderas María de Jesús Prado y la india Kikapú, Guadalupe Ornelas, que cesaran sus hechicerías y se largaran de la ciudad. Al respecto de este suceso, hay cronistas que creen es el origen de las brujas de La Petaca, pues estas curanderas tuvieron que salir de la ciudad hacia un punto rural. De las primeras personas que se dedican a estas artes se conoce a la bruja Paulina y a Jorge Avendaño, y a una más que según se dice vivía por el Puente Negro del ferrocarril. Luego se conocería a María Ignacia Pecina “la China Ignacia” y a su nieta María de los Ángeles Sánchez Pecina (falleció el 12 de mayo de 1963), y ya en los años setenta y ochenta a María Cepeda, quien según se sabe era partera y vidente, apoyándose en una esfera de cristal, dominaba la numerología, usaba turbante y una bata blanca, y según aprendió sus artes de un maestro parapsicólogo. También en esta época se conoce a la señora Elisa Látigo Camacho “Licha Látigo” (Nació en 1912 y falleció un 31 de enero de 1988), quien se anunciaba en periódicos y cada año festejaba a su esposo en el día de Corpus. De la Petaca también se conoció a don Irineo Hernández. Fuera de la Petaca, pero ahí mismo en Linares, se conoció a otras curanderas, como Avelina Reyes en la Alameda, frente al Seguro Social; Altagracia Escalona también de la Alameda; Piedad Aldape y Enrique Doria del barrio de El Topo; Lupita Alemán y Bernardina, del barrio de Villaseca; y doña Loche y Pedro Contreras, entre otros. Y la fama de La Petaca se extendió tanto, que hubo extranjeros que llegaron para propósitos increíbles, según lo explica el Lic. Manuel José Peña Doria, Notario Público y ex cronista de Linares: «A esta comunidad de mujeres curanderas, venía gente recorriendo grandes distancias a buscar cura para sus enfermedades, pedir talismanes o concitar pasiones y odios contra otras personas. Incluso se sabe que durante la guerra de Vietnam muchos soldados iban a La Petaca a llevarse amuletos de protección hechos por estas mujeres». También se sabe que en la época de tráfico de whiskey a los Estados Unidos, venían traficantes a que estos brujos les “curaran” las cargas, para no ser detenidos por las autoridades o para pasar desapercibidos ante sus enemigos. El mito aún no termina, pues hasta el día de hoy sigue habiendo mujeres que atienden en la Petaca, como Élida Tijerina y Nachita, quienes por la avenida principal (que lleva a la Hacienda de Guadalupe y a la presa Cerro Prieto), a unas cuantas cuadras de la entrada, siguen recibiendo personas ávidas de ayuda para resolver sus problemas, para sanar de enfermedades, o para obtener el amor del ser querido, a veces, aunque éste ya tenga dueño. 

Hace mucho tiempo, allá por los años setenta, unas personas venían del centro de Linares, muy probablemente de la feria de Febrero, que por aquellos días se realizaba en la plaza Zaragoza, enseguida del mercado del mismo nombre. Eran como las once de la noche cuando estos vecinos escucharon en lo alto el chiflido y aleteos como de una ave de gran tamaño. Dicho sonido se escuchó cada vez más cerca, y cuando apenas se disponían a entrar al puente negro, para cortar camino y llegar más rápido a La Petaca, vieron cuando lo que parecía un pájaro muy grande, entró al puente negro y se posó en medio de las vías del ferrocarril. De ahí fueron testigos de como aquella ave se fue transformando en un espectro obscuro y enorme, que casi abarcaba el ancho del puente. Los vecinos inmediatamente detuvieron su camino. Nadie decía nada; no querían ni respirar porque estaban muy asustados con esa aparición, que lejos de huir o esconderse, comenzó a caminar a paso lento hacia donde estaban ellos, pero a cada paso que daba, dicho ente se iba transformando, cada vez en seres de menor tamaño. Los vecinos estaban muy asustados, pues no daban crédito a lo que; mientras que aquel ser, sin detener su marcha, seguía transformándose, hasta alcanzar una figura humanoide. Finalmente, cuando por fin llegó hacia donde ellos se encontraban, se percataron que era una anciana, de cabello blanco, un tanto encorvada, quien enfundada en un vestido negro, con un chal que le cubría la cabeza, caminaba ágilmente apoyándose en un rústico bastón de madera. Algunos dicen que su rostro no era el de una anciana, sino el de algo horrible, más parecido a la imagen que se tiene de una bruja. Cuando pasó muy cerca, les dijo: -“Tengan mucho cuidado, cuando crucen por el puente, porque dicen que ahí se aparece una bruja.» Y acto seguido, al tiempo que se alejaba de ellos, soltó una estruendosa risotada que los cimbró de pies a cabeza. Todos los vecinos corrieron al escuchar la macabra risotada, que parecía haber salido desde el mismo infierno. Dicen, que era una anciana que vivía ahí cerca de este puente, muy cerca de la Petaca, que tenía fama de bruja. Desde aquel día, ya nadie pasa tranquilo por el Puente Negro, pues tienen miedo que se les aparezca la bruja que por las noches se transforma en entes siniestros y animales.

De siempre se han conocido historias de terror de este lugar conocido como “Las Vegas”, ubicado en el camino a la Escondida. Las versiones del origen de la historia coinciden en que el lugar era propiedad de una familia adinerada que tenía dos hijas, y que en una ocasión, tuvieron que salir, por lo que dejaron las niñas al cuidado de una mujer. Se cuenta que en un descuido de esta nana, una de las niñas cayó a la alberca y su hermana, queriendo rescatarla se lanzó al agua sin saber nadar. Ambas murieron, lo que hizo que la nana, sintiera una culpa terrible, lo que la llevó a suicidarse, ahorcándose en un árbol, que según es el que hasta la fecha ahí se encuentra. Hoy este lugar luce un tanto descuidado, pero no deja de ser un atractivo para propios y extraños, principalmente para los que gustan de los fenómenos paranormales, busca-tesoros y jóvenes que gustan de experiencias que provoquen adrenalina. De las historias que se cuentan de este lugar hay muchas, pero en esta ocasión les relato una en la que un grupo de amigos, jóvenes preparatorianos inquietos, acudieron a este lugar para, al mismo tiempo que consumían alcohol vivir una noche de terror. Pero no iban solos, los acompañaba un psíquico, tío de uno de los  muchachos, quien vino desde Monterrey porque le habían platicado mucho de la casa y quería conocerla. Cuando llegaron, que sería alrededor de la media noche, el psíquico no quiso entrar. Dijo que la casa era peligrosa y que a él en particular no lo quería adentro; es decir, que él sentía que no era bienvenido. El hombre ordenó a su sobrino no entrar, y el muchacho obedeció a regañadientes; pero no los demás jóvenes, quienes sí se brincaron el portón, haciendo caso omiso a las advertencias del psíquico, quien les reiteraba preocupado, que ahí adentro habitaba el mal. Animados por el alcohol y sus ansias de aventuras, los muchachos, temerarios, se internaron en la casona, tan sólo iluminándose con lámparas de mano, pues ni siquiera había luna. Una vez adentro, uno de ellos estuvo a punto de morir, pues apenas había dado unos pasos por la casa cuando una pared muy vieja se vino abajo y casi lo aplasta. Luego se escucharon pisadas como de alguien que corría a un lado de ellos; luego a otro lo golpearon en la espalda. Todos salieron despavoridos, y en la huida escucharon llantos y lamentos, y como que les respiraban por la espalda. Cuando ya estuvieron afuera, se subieron a sus vehículos y se marcharon del lugar. De ahí en adelante, jamás volverían y tampoco olvidarían, que aquella noche tuvieron un encuentro con el maligno en la casa conocida como Las Vegas.

Un grupo de muchachos en busca de aventuras, decidieron acudir a un lugar conocido como la Casa Blanca, que son las ruinas de la antigua Hacienda de Moras, mejor conocida como «La Morita», ubicada por el camino al ejido la Escondida y al centro recreativo de Las Cabañas de la FSTSE. Cabe mencionar, que cada vez que la presa Cerro Prieto alcanza su máximo llenado, este lugar es anegado totalmente por el agua, por esta razón es que de esta hacienda ya sólo quedan vestigios de piedra. Pues bien, en esta ocasión acudieron estos muchachos a dicho paraje a diversos propósitos, pues además de que llevaban aparatos para detectar tesoros, la idea también era pasar un buen rato, ingiriendo bebidas alcohólicas y vivir la experiencia de pasar la noche en este lugar, que según versiones de algunos, está encantado. Viajaron por la tarde, y en principio, de lo que se percataron, una vez que entraron al camino de terracería, era que al ir avanzando, daba la impresión que éste se iba cerrando detrás suyo, como si avanzaran a través de un embudo. Pero no le dieron tanta importancia y siguieron así, con sus bromas y actitud festiva. Una vez que llegaron y se instalaron, los que traían los aparatos comenzaron a recorrer los alrededores, pero no tuvieron tanta suerte como esperaban, pues apenas si encontraron algunos fierros oxidados. Al final del día, todos se sentaron alrededor de una fogata y siguieron tomando y divirtiéndose, haciendo bromas y burlas al respecto de los supuestos espantos de este lugar. De ahí, sólo para pasar el rato, comenzaron a relatar historias de sustos. Eran las dos y media de la mañana cuando todo se salió de control: Primero, por varios minutos escucharon que alguien gritaba a la distancia. Luego se escucharon voces cada vez más cercanas; luego chistidos, provenientes de la obscuridad. Todo esto les causó un miedo terrible, por lo que rápidos, subieron a la camioneta con la firme intención de salir de ahí, pero ésta no quiso encender, además que, por más que buscaron, nunca pudieron ver el camino de regreso. Luego, todos se estremecieron al escuchar que algo le pegó fuertemente a la caja de la camioneta. Enseguida les empezaron a arrojar minúsculas piedras a los vidrios, y se escucharon murmullos, pasos, y risas agudas muy cerca de ellos. Todo esto duró largas horas, en las que estuvieron despiertos y aterrorizados, implorando que ya terminara aquella pesadilla; y cuando el día por fin clareó y pudieron ver el camino de nuevo, de inmediato emprendieron el regreso. De ahí en adelante, estos muchachos ya no tomarían tan a la ligera lo que se cuenta de este lugar, pues personalmente, vivieron un encuentro con lo paranormal en la antigua hacienda, llamada La Morita.

La película “El Exorcista” sacó a la luz pública un fenómeno que había estado guardado por años por la iglesia católica: Las posesiones demoníacas y los exorcismos. A través de esta cinta pudimos conocer un caso, que aunque imaginario, presentó por primera ocasión las características de una posesión diabólica, al igual que los rituales católicos para contrarrestar dicho fenómeno. Según como se describe en el filme, en las posesiones son comunes: la levitación del afectado, muebles y objetos que se mueven por una fuerza invisible (polstergeist), vómitos nauseabundos, frío intenso, repudio a las imágenes y objetos santos (crucifijos, biblia, rosarios, agua bendita), cambio de voz por la de uno o varios espíritus, así como maldiciones, burlas e injurias hacia el sacerdote y los rituales exorcistas. En fin, dicha película no hubiera pasado de ser un filme de entretenimiento de no ser porque un caso similar se vivió en pleno centro de la ciudad de Linares, causando terror y mucha inquietud en sus habitantes. En ese invierno de 1987 hacía un frío intenso que estribaba en los cero grados centígrados, cuando la tranquilidad de la ciudad se vio de pronto interrumpida ante lo que parecía ser un caso de posesión demoníaca. Los protagonistas de esta historia fueron los miembros de una familia, conformada por dos adultos, un joven y dos niñas, quienes recién se habían mudado a una casa de dos pisos, ubicada por calle Morelos, entre Pedro Noriega y Juan Aldama, siendo la víctima de esta supuesta posesión, una pequeña de once años de edad. Según se sabe, fue a partir de agosto de 1986, cuando se registraron algunas situaciones inexplicables en las casas de aquel sector, como que las luces de las habitaciones, patios y cocheras se encendían y apagaban; o bien, las luces apagadas, amanecían encendidas, y aunque algunos recurrieron a electricistas, esto no se detuvo. Para el mes de octubre, por las noches se escuchaban ruidos estruendosos en las cocinas de las casas, como vitrinas que se caían y de loza que se rompía al caerse, mas cuando acudían a ver que había sucedido, tanto los muebles como los útiles estaban normales. Dichos sucesos se intensificaron en ese mes, pues los perros del vecindario no dejaban de ladrar ni de aullar lastimosamente en estos días. Pasada la navidad del 86, específicamente el día 13 de enero de 1987, se registró este caso que victimó a la pequeña hija de un matrimonio procedente de Reynosa, Tamaulipas. Se sabe que el día del incidente, esta familia buscaba películas para probar una video-casetera que habían traído de la frontera, y la señora le informó a su esposo, que su hija, de nombre Zulma, había estado jugando con la llamada “Tabla Ouija”. A este respecto, la señora decide quemar la tabla, mientras que el esposo permaneció indiferente. A partir de la intención de quemar la Ouija, las luces de la casa empezaron a encenderse y apagarse, como si una energía pululara por el lugar. Enseguida la niña adoptó una actitud defensiva, proclamando que se llamaba Pedro Hernández (espíritu que según la había posesionado), además de contar con una fuerza extraordinaria, que no podía contener el padre cuando la intentó tranquilizar. “¡A mí no me pueden destruir, no me pueden hacer nada!”. Les gritaba la niña a sus padres, con una voz gutural. Entonces deciden buscar a un sacerdote, y un vecino, quien vendía tacos en la calle, se ofreció para llevarlos. Cuando subieron a la niña al vehículo, la niña dio cuenta de poderes extra normales, pues el coche no quiso arrancar, por lo que bajaron, al tiempo que el papá contenía a la niña, quien manifestaba una fuerza increíble, que se agudizó cuando la mamá intentó acercarle la imagen de un crucifijo. La señora le decía: “¡Hija, mira es Cristo Jesús!; y la niña le contestaba con terroríficos alaridos: “¡Quítamelo!, ¡Quítamelo, no quiero verlo!” Al tiempo que aullaba y se contorsionaba para librarse del papá. Los perros de la casa comenzaron a aullar y a ladrar, y la niña, con una voz cavernosa, les gritó: “¡Griten y aúllen malditos!”. “¡Soy Pedro Hernández! ¡Tú eres buena pero yo estoy en ti, estoy en ti; y tú y yo vamos a hacer mucho daño, vamos a hacer mucho mal!”. Los vecinos, que debido al escándalo se dieron cuenta del incidente, se organizaron para llamar al sacerdote, pero cuando intentaron comunicarse, el teléfono registró una extraña interferencia, escuchándose un zumbido que lastimaba los oídos. Los demás teléfonos del vecindario tampoco funcionaron. Cuando al fin llegó el sacerdote la niña ya estaba tranquila,
abrazando la imagen de un Cristo, pero al verlo comenzó a insultarlo y a burlarse de él. ¿Tú me vienes a correr a mí! ,¡Eres un hipócrita!, ¡tú eres un cura hipócrita!, eres un ebrio. ¿No te acuerdas lo que hiciste tal fecha? Luego la niña se desmayó, y entre varios la llevaron a la sala de la casa, y ahí, justo cuando el sacerdote la ungía con oleos, sucedieron otras situaciones paranormales que alteraron el cuerpo de la pequeña y contaminaron de un fétido olor todo el lugar, como si se estuviera quemando una zalea o un cuerno. Después la llevaron a una recámara que se ubicaba en la planta baja y ahí la acostaron. El sacerdote sacó de una bolsita de piel negra que llevaba, unas cajas pequeñas donde guardaba los santos óleos y dio instrucciones a los presentes de como le iban a colaborar en el exorcismo, unos tomando los brazos y otros los pies. Pero cuando el sacerdote intentó ungirla, la niña comenzó a mover la cabeza vertiginosamente de un lado a otro (de hombro a hombro), al tiempo que arrojaba una espuma pestilente por la boca y la lengua la sacaba hasta la mitad del pecho. Minutos después, ya con la unción y con los rezos del sacerdote, la niña recuperó su voz y la conciencia, y buscó la protección de su madre: “¡Mamá, mamá, es Pedro Hernández… Pedro Hernández que me quiere llevar!” La señora abrazó a su hija, un tanto más tranquila pues la pequeña ya no hablaba con voz cavernosa. Al finalizar la unción, la pequeña estaba empapada de agua bendita, y como la temperatura oscilaba entre cero y menos un grados, buscaron un médico para que examinara a la niña y evitar así una enfermedad bronco-aspiratorio, pero el médico les recomendó buscar otras opciones, por lo que el 17 de enero recibieron la visita de un grupo de oración, lo que desencadenó otros fenómenos, y es que, según los vecinos, por las noches, como a las 7 y media, se escuchaba a un cerdo de gran tamaño, que chillaba salvajemente, y enfurecido arrastraba una cadena por los patios de todas las casas de esa manzana, mientras que los perros ladraban y aullaban, mostrando un inexplicable miedo. Y a la misma hora que se desarrollaba la oración, se registró en Linares un súbito ventarrón, lo que le dio a la ciudad un ambiente apocalíptico y no pocas personas se pusieron a pedir la intervención divina. Luego de este evento, la niña continuó con su vida normal, pero la comunidad no estaba dispuesta a olvidar tan fácilmente, por lo que la gente evitaba encontrársela en la calle y algunos le hacían la señal de la cruz cuando la miraban. Pasaron los días y a principios de Febrero se supo de un supuesto exorcismo que se iba a realizar por sacerdotes del Vaticano; los vecinos de los alrededores, se apuraron a “proteger” sus hogares con cal y cruces de palma bendita. Hubo incluso quienes pintaban cruces en postes y banquetas. El día del supuesto exorcismo, grupos de personas realizaron procesiones por las calles, sustentando cruces forjadas e imágenes como la Virgen de Guadalupe y la Virgen de San Juan de los Lagos, siendo cientos los que se dieron cita en aquella casa, ansiosos de atestiguar aquel acto. Y dieron las doce y la gente no se iba, esperando ver a los sacerdotes exorcistas, pero estos nunca llegaron y la gente terminó por irse a sus casas. Luego, la familia decidió mudarse, y las especulaciones y los rumores no se hicieron esperar, pues algunos señalan que la señora y la niña murieron cuando se intentó el exorcismo en la Ciudad de México. La realidad es que los vecinos del Poniente de la ciudad, por muchos días siguieron durmiendo con las luces encendidas y con miedo de que otra cosa sucediera.

A continuación presento a usted un reportaje realizado por el reportero Brígido Aguilar para el periódico Milenio, donde se refiere un encuentro que sostuvo un oficial de la policía de Linares con un ente terrorífico, al parecer una bruja. “La madrugada del 19 de febrero del 2004 ocurrió algo totalmente insólito para el oficial de la policía Ramiro Sánchez Rodríguez, ya que él afirmó haber visto a una «bruja». El elemento de la Policía municipal de Linares, Nuevo León, se encontraba vigilando el Parque municipal Nogalar, cuando de pronto dijo haber visto algo muy extraño, y al ir a revisar aseguró haber visto a una misteriosa mujer con la apariencia de una «bruja», y expresó que aparentemente flotaba en el aire. «Yo la vi toda vestida de blanco, con los cabellos de punta, con una bata blanca, descalza, y al momento que volteo, la vi y la seguí, me impresioné, no se que será» narró Ramiro Sánchez Rodríguez policía del municipio de Linares. Dijo que esa entidad estaba a unos 10 metros de él. Además agregó que esa entidad era de apariencia casi esquelética y su rostro era similar al de una calavera. El oficial de policía menciona que al ver que eso no era humano intentó dispararle con su arma, pero inesperadamente su pistola no funcionó; «me armé de valor e intenté dispararle, pero la pistola no funcionó» asegura el elemento policíaco. Por si fuese poco, comentó que siguió a la presunta bruja por más de 100 metros; mientras tanto Enrique Barrera Nevares, quien era en ese tiempo Director de Policía de Linares, al saber lo que ocurría, lo único que podía hacer era aconsejar por la radio frecuencia al elemento policíaco que tuviera mucho cuidado, mientras se enviaba el apoyo. Cuando llegaron al lugar más policías en apoyo de su compañero, misteriosamente la patrulla se apago por completo y no pudieron avanzar más, y tuvieron que llegar con él corriendo; pero para cuando llegaron sus demás compañeros, la presunta bruja ya había desaparecido del lugar. Ya no se han reportado los presuntos avistamientos de este tipo de entidades por este lugar, sin embargo, el misterio sobre este caso continua.”

Del fantasma de la enfermera se escuchan muchas historias. Dicen que era una muchacha muy bonita que se iba a casar, pero tenía la inquietud de aprender a manejar y su novio la estaba enseñando, en un tramo carretero rumbo a la carretera a la Escondida. Un día, sin esperar a su novio, pues quería darle la sorpresa de que ya había aprendido a manejar, ella misma tomó el vehículo y se dirigió a este lugar a practicar, pero para su desgracia sufrió un accidente en la segunda curva de ese tramo carretero. Desde entonces, se dice que su espíritu anda en pena en este lugar. Algunos mencionan que por las noches se escuchan pisadas como de alguien que va corriendo por la carretera. Otros dicen que la cruz que marca el lugar donde murió muda constantemente de lugar, y algunos juran haber vivido un encuentro más cercano, por ejemplo, alguien que se recargó en una cerca dijo que no se podía mover, pues sentía que alguien lo sujetaba y no lo dejaba moverse, hasta que los amigos lo ayudaron jalándolo con fuerza, fue de la manera que se liberó de esa extraña fuerza. Al respecto yo tuve mi propia experiencia y les platico: Yo vivía en la Infonavit Morones Prieto y esa tarde estaba descansando. Escuché unos toquidos en la puerta, fui a ver y me encontré con Daniel, un amigo de la preparatoria con el que tenía tiempo de estar conviviendo. Platicamos un rato, y me dijo que el motivo de su visita era que su hermana le había traído un obsequio de Estados Unidos: unos binoculares con efecto infrarrojo e infra verde, y que su intención de visitarme era para invitarme a probarlos en algún paraje que yo conociera. Acto seguido nos dirigimos a la carretera a La Escondida, y nos detuvimos después de la curva que pasa los panteones. Aquí cabe hacer mención, que Daniel es Testigos de Jehová y no conoce de estos parajes tan frecuentados para el consumo de alcohol. Y precisamente, cuando llegamos ya había vehículos estacionados al lado de la carretera. Daniel estacionó su auto, y de inmediato bajamos dispuestos a usar aquellos lentes modernos. Daniel fue el primero que se puso los binoculares, dirigiendo la vista hacia todos lados. Luego lo cambió al modo de infra verde y siguió observando detenidamente. Enseguida me los prestó y yo hice lo mismo. Precisamente, algo de lo que vimos esa noche fue que a unos cuarenta metros antes de llegar a la curva donde nosotros estábamos, se encontraba estacionado un automóvil y a su alrededor se encontraban tres personas, que debido al efecto del infrarrojo se miraban color grisáceo. Dichas personas convivían alegremente, ya que bebían cerveza y tenían música a todo volumen. Luego de ver aquel cuadro se los regresé a Daniel, quien hizo lo mismo, pero recién habían pasado unos segundos los retiró bruscamente y dijo “No puede ser”, con un dejo de sorpresa. -¿Qué pasa Daniel? –Pregunté, mientras que él se colocaba otra vez los binoculares. -Eso es imposible -insistió y enseguida me pasó los binoculares. -¡Ten, mira! –Dijo sorprendido. De inmediato me los puse y volteé hacia donde me indicaba, y fue entonces que vi aquel cuadro terrorífico: Eran las mismas personas que convivían antes de la curva, pero ahora, entre ellos había una aparición fantasmal, un ente de color blanco, como se dice es la imagen de los fantasmas. Estaba sentado en el capacete del auto, observándolos, y al parecer ellos no lo notaban. Luego el ente bajó y caminó entre ellos, fue cuando noté que tenía una larga cabellera negra, como si fuera una mujer. Luego noté que las personas que apenas unos segundos antes estaban conviviendo alegremente, comenzaron a mover las manos y a gritarse, como si de pronto hubiera surgido algún problema entre ellos y discutieran fuertemente. Daniel dijo que aquello era cosa del Diablo y que debíamos irnos de inmediato, a lo que accedí, pero le sugerí que al sacar el auto dirigiera las luces hacia estas personas, para desengañarnos de si lo que vimos había sido un fantasma o una mujer que los acompañaba y que la obscuridad de la noche y la poca experiencia con binoculares nos habían causado una ilusión óptica que nos hacía fantasear o imaginar cosas que no existían. Así lo hizo, y cuando dirigió las luces hacia aquellas personas, cuál sería nuestra sorpresa que únicamente estaban los tres hombres, sin la mujer que nosotros vimos con los binoculares, lo que nos hizo sentir mucho miedo, porque entonces sí habíamos sido testigos de la aparición de un fantasma, y como era la imagen de una mujer, muy probablemente era la de aquella enfermera de la que se cuentan tantas historias en ese paraje de Linares. Finalmente, nos dirigimos a mi casa, y al llegar platicamos de la experiencia recién vivida, que de seguro, por pertenecer mi amigo a los Testigos de Jehová, no la hubiera creído sino la hubiera visto él mismo, a través de aquellos binoculares modernos, que nos revelaron al fantasma de la curva de la enfermera. 

Al respecto de los túneles que se dice se encuentran bajo la ciudad de Linares, se tienen dos versiones: En la primera de ellas, se cuenta, que en la época dela Revolución Mexicana, debido a los constantes arribos, tanto de cuerpos del Ejército Mexicano como de otros bandos revolucionarios, nadie estaba seguro, mucho menos los bienes y el dinero de los ricos hacendados, y sobre todo las mujeres, que corrían el peligro siempre de ser vejadas por aquellos hombres rudos y sanguinarios. Por otro lado, se cree que en la época de los cristeros, allá por los años 20, los curas encargados de los templos católicos, temerosos de ser aprehendidos y asesinados por el Gobierno de Calles, en complicidad con los ricos del pueblo, realizaron sendas excavaciones por toda la ciudad, comunicando unos edificios con otros, a través de túneles subterráneos que también se interconectaban. Aunado a esto se sabe que en las casas se construían sótanos, algunos muy elaborados y escondidos, incluso se sabe de túneles que se hacían a un par de metros en los brocales de las norias; y cuando la ciudad era atacada, las personas se colgaban de los malacates y se escondían en estos agujeros, surgiendo una vez que se marchaban los forajidos. Pues bien, esta explicación viene a colación, porque aquí en Linares mucho se ha dicho de estos túneles, que supuestamente conectan varios edificios del centro y que al parecer cuentan con salidas hacia las afueras de la ciudad. A según, uno de estos túneles uniría los siguientes edificios: La plaza principal con El Casino de Linares, el Cine Benítez, la Catedral, el Palacio Municipal y el Museo de la ciudad. A este respecto, algunos aseguran que las iglesias del siglo XVIII, como es el caso de la Catedral, construida en 1777, puede contar con catacumbas, que se usaban para esconder tesoros de la iglesia y para construir pasadizos secretos que ayudarían a los sacerdotes a huir en caso de amenazas o peligros. Otra ruta sería la de edificios de la calle Pino Suárez, por la calle Juárez hasta conectar con el Casino. Una ruta más de túneles provendría de la calle Díaz Mirón, llegaría al antiguo edificio de correos, entre calles Madero y 16 de Septiembre, y de ahí se uniría al Museo de la ciudad. Luego, del Museo habría una conexión hasta llegar a la calle Morelos, entre Zaragoza y Allende; y de ésta, saldría otra conexión subterránea que llegaría al edificio que antes albergaba al Hotel Juárez, hoy ocupado por casas comerciales, frente a la Parroquia del Sagrado Corazón. Luego de ahí, continuaría hasta llegar a la calle Libertad y de ahí, otro túnel hasta salir de la ciudad por el rumbo de la colonia Villegas. Cabe señalar, que hace algunos años se realizaron obras de mejoramiento al kiosco de la plaza principal, pero no se encontraron vestigios de alguna entrada a estos túneles; sin embargo, hay quienes dicen, que cuando niños, para ellos era común trasladarse por un pasadizo secreto que existía entre el Cine Benítez y el kiosco de la plaza, aprovechando para ver películas gratis. También hay albañiles que juran, que en alguna ocasión que se les contrató para realizar algún trabajo en estas casas antiguas, al trabajar en los cimientos se encontraron con huecos en el suelo, pero de inmediato eran despedidos por el propietario, lo que les hace pensar que en aquellas oquedades habría algún tesoro, que el dueño no quiso compartir con nadie. Hay quienes dicen también, que en alguna reunión secreta, les mostraron un mapa muy antiguo, donde se puede apreciar la ubicación exacta de la red de túneles que existe bajo la ciudad. Sin duda, el hallazgo de unos túneles podría significar un tesoro para la ciudad, no tanto por las supuestos jarros o castañas llenas de oro, sino porque una red de túneles convertiría a Linares en un atractivo destino turístico para todo el mundo. En Monterrey ya están haciendo lo propio con el túnel encontrado desde el Obispado hasta la Macroplaza.